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KELLY CAMACHO
BICI-USUARIA, SOCIA FUNDADORA DE LA FUNDACIÓN ENTÁNDEM
Ingeniera Agroindustrial, candidata a máster en Territorio, Conflicto y Cultura


Las ciudades en desarrollo se exponen a diario a un reto de movilidad: desplazamientos vs. tiempo. Esta relación ha aumentado considerablemente con el paso de los años, debido al crecimiento extensivo de las ciudades. Por ejemplo, en Bogotá de acuerdo a recientes estudios el tiempo promedio que le toma a una persona ir de la casa al trabajo, indiferente del medio de transporte que utilice es de 60 minutos aproximadamente; en Río de Janeiro (Brasil) los ciudadanos utilizan 90 minutos.

Si hablamos de velocidad promedio vehicular, en Manila, capital de Filipinas, es de siete millas por hora, y un auto en Bangkok (Tailandia) pasa detenido en el tráfico, en promedio, el equivalente a 44 días al año. Lo anterior, solo por compartir algunas cifras sobre cómo está el tema movilidad en el mundo.

En la mayoría de los casos el problema tiende a concentrarse en la congestión vehicular, ya sea por el aumento del parque automotor -proporcional al crecimiento poblacional-, a la fuerte influencia económica y política de empresas productoras y comercializadoras de vehículos, o al estatus que supone el estilo de vida del automóvil.

Un mayor número de vehículos en las calles, repercute en un mayor número de infraestructura vial y lugares de estacionamiento, lo que a su vez estimula el uso del vehículo generando un círculo vicioso insostenible, que además hace más compleja la inserción de otros medios de transporte más eficientes y sostenibles en las vías, aumentando las emisiones de gases de efecto Invernadero GEI, el número de accidentes, el ruido, y en consecuencia, los índices de estrés en la población.

Una de las alternativas para dinamizar la movilidad de las ciudades en desarrollo, es el uso y promoción de la bicicleta; estrategia que ha resultado efectiva debido a las ventajas comparativas que presenta este medio de transporte frente a otros como la moto y el carro, dado que no produce gases, no requiere combustible, es económica y no produce ruido. En países como Holanda y Dinamarca por ejemplo, a finales de la década de 1970 ante el afianzamiento de la cultura del vehículo, comenzaron a reconstruir las redes ciclísticas, para incentivar el uso de la bicicleta, hoy en día estos países, se han convertido en un modelo y una inspiración no solo en materia de movilidad alternativa y sostenible sino por la ventajas sociales y urbanísticas, que el uso de la bicicleta promueve en las ciudades.

En Colombia la bicicleta es un icono del transporte tradicional, se ha utilizado por más de un siglo para fines recreativos y para el deporte, pero hacia finales del siglo pasado con el auge de la cultura del vehículo motorizado, fue desplazada de las calles, pasando a convertirse en la representante de la movilidad de segmentos de la población con bajos ingresos, siendo vinculada al deporte y a la pobreza, al juego infantil o a la falta de recursos para comprar un vehículo motorizado, lo cual supone una mayor comodidad y en consecuencia un mayor estatus social.

No obstante, durante la última década, con el incremento de movimiento sociales preocupados por los efectos del cambio climático, que buscan alternativa para descongestionar las calles y reivindicar el espacio de la ciudad como un lugar de encuentro entre personas y no para los carros, se ha reclamado la recuperación de la bicicleta en la movilidad cotidiana, vinculándola a estrategias y eventos de intervención en las calles, que buscan promover medios de transporte amigables con el medio ambiente y la vida.

El Gobierno Nacional por su parte, se encuentra adelantando diferentes acciones encaminadas a mejorar el transporte urbano en el país, las cuales están enmarcadas en el desarrollo de una nueva política de movilidad urbana y en el Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 (PND). Este plan establece la prioridad de estimular el uso de la bicicleta en un plazo no mayor a dos (2), y además, diseñará una metodología para incluir en los futuros proyectos de interconexión vial e infraestructura segregada (ciclorrutas o carril-bici).

En octubre de 2016 se aprobó la Ley 1811 por la cual se otorgan incentivos para promover el uso de la bicicleta en el territorio nacional. Así mismo, se proponen acciones para la sostenibilidad ambiental y estrategias de mitigación al cambio climático, a través de la reducción de emisiones contaminantes y de gases efecto invernadero en los diferentes sistemas de transporte, lo anterior en articulación con los Planes de Acción Sectorial (PAS), para la reducción de emisiones de carbono establecidas en los compromisos de Colombia en la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas Cop21.

Ibagué por su parte, incursionó en 2016 en el programa de ciudades emergentes y sostenibles del Banco Interamericano de Desarrollo – BID, que establece dentro de sus indicadores, la promoción del transporte urbano sostenible y limpio, así como mejorar la calidad del aire. Adicionalmente, en el Plan de Desarrollo Municipal Ibagué 2016 – 2019, el programa vías, transporte y movilidad sostenible e incluyente, estructura la pirámide de jerarquía de la movilidad urbana, en la cual la bicicleta se encuentra en segundo lugar después de caminar, y establece acciones para estimular el uso de modos no motorizados para mejorar la movilidad, para lo cual se desarrollará un Plan Maestro de Movilidad No Motorizada, esperando aumentar el número de viajes en bicicleta, habilitar 40 zonas para Bici-parqueo, certificar 60 establecimientos comerciales como bici-amigables, establecer ciclo infraestructura, además de desarrollar un plan piloto de bicicletas públicas para la ciudad.

En términos de movilidad sostenible es claro que Ibagué se potencializa como un ciudad en la cual las políticas emergentes asientan el uso y promoción de la bicicleta. Para consolidarlo, es importante determinar las dinámicas de los usuarios de la bicicleta en la ciudad de Ibagué, la formas en que este medio de transporte se articula y conecta con los otros, reconocer lo agentes y actores, los modelos mentales o culturales que llevan a estos usuarios a escoger la bicicleta como medio de transporte alternativo y contrastar la información con aquellos que aunque reconocen las ventajas comparativas, prefieren otros medios de transporte más representativos como el carro particular y la moto.

Ibagué definitivamente va por buen camino, y cada vez está más cerca de lograr una movilidad sostenible que contribuya de manera directa con el desarrollo de la región.
Mientras tanto, cada vez que vea pedaleando a un amigo, a un vecino o a un ciudadano igual a usted, piense que esa persona está poniendo un granito de arena para impulsar la movilidad en la ciudad, y merece un aplauso de pie y respeto. Ahora, si usted es de los ciudadanos que pedalea en la ciudad el aplauso es para usted.

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